|
|
|
|
El buen diseño no existe sin rigor, y
debe poder ser analizado des de un punto de vista racional. Así pues,
cualquier espacio o elemento proyectado tiene que ser justificable por su
calidad funcional. Por coherencia, nuestros diseños se caracterizan por una
racionalidad sin concesiones a estridencias estéticas, pasajeras y banales.
Descartamos la violencia en su estética - tan común a finales del siglo
pasado-, para centrar el proceso de diseño en cómo aportar soluciones
funcionales efectivas, que ofrezcan comodidad de uso y al mismo tiempo
sensación de confort sensorial. La lógica y el pragmatismo no están nunca en
disputa con las necesidades emocionales y subjetivas. Un espacio interior no
es el fin en sí mismo, sino la interfaz que facilitará la relación entre la
persona y su entorno.
|
|